El eje endocrino (figura) que regula
las hormonas sexuales femeninas comienza en el hipotálamo con la secreción de
la GnRH
o LHRH (o luteoliberina) y el GAP, encargados de regular
la secreción de las gonadotropinas adenohipofisarias LH y FSH, las cuales regulan a su vez la secreción de los estrógenos,
andrógenos y progesterona de origen ovárico.
Regulación que a partir de
la pubertad muestra un patrón cíclico que da lugar al ciclo menstrual o ciclo ovulatorio, con base en un cambio del patrón secretor de
las gonadotropinas. Lo que supone que la capacidad reproductora de la mujer no
sea continua, diferenciándose del hombre el cual produce unos dos millones de
células germinales frente a una, por regla general, que produce la mujer cada
28 días. Este ciclo se interrumpe solo si hay fertilización del óvulo, o cuando
cesa de forma natural (menopausia).
No todas las hormonas
sexuales en la mujer son de origen ovárico (figura), sino que una parte procede de la
capa reticular de las suprarrenales y del tejido adiposo. Fracción esta última
que adquiere importancia a partir de la etapa posmenopáusica, donde el ovario
disminuye el nivel de secreción de hormonas sexuales.
Por otra parte, este eje
está sometido a la acción indirecta de otros factores que pueden alterar su
normal funcionamiento como: alteraciones hormonales, infecciones, desnutrición
y factores sicológicos.
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