La función celular supone la excreción de sustancias cuyo acúmulo puede poner en peligro la propia subsistencia celular, dado que se modifican los parámetros que definen el MI y por tanto, las condiciones vitales mínimas. La alteración de las concentraciones iónicas en el líquido extracelular, así como la modificación del pH y la aparición de sustancias activas que por su acción deben ser eliminadas rápidamente determinan la necesidad de crear un aparato que se especialice en la eliminación selectiva de los solutos peligrosos o en exceso y conserve aquellos que son de interés para el organismo. Así mismo y dado que la excreción de sustancias tiene que ir ligada al agua como vehículo diluyente de las mismas, se pone en riesgo la conservación del agua corporal que es fundamental para el buen funcionamiento celular y mantener la función de los diferentes compartimentos orgánicos. Esta conservación del agua compromete la función del aparato excretor a que la eliminación de agua sea la mínima posible y aún más, la evolución dota a dicho aparato de la capacidad de regular su excreción hídrica en función de las necesidades de agua del organismo, por lo que se convierte en objetivo de los sitemas que controlan el volumen de agua y los factores que pueden modificar su volumen y distribución corporal.
Este aparato denominado urinario trabaja en estrecha relación con el aparato cardiovascular, dado que este último se encarga del refresco continuo del medio inmediato de cada célula. Para ello toda la sangre debe circular por este aparato depurador, para que de su plasma se extraigan o se aporten las sustancias que contiene de acuerdo a las necesidades del organismo. Por tanto, este aparato se convierte en un elemento importante del control del MI.
Para ello, este aparato se dota de un gran número de unidades filtradoras que además tienen la capacidad de decidir que sustancias se recuperan y cuáles se eliminan al exterior, y que cantidad de agua acompañará a las sustancias excretadas.
Su trabajo requiere resolver y participar:
1. Ya que trabaja con el plasma sanguíneo, controlar su flujo para que sea lo más estable posible.
2. Filtrar todos los solutos que van en el plasma, excepto las proteínas.
3. Devolver al plasma todos aquellos solutos que son importantes en el MI, como los iones, amortiguadores, glucosa, etc.
4. Eliminar los excesos de los solutos importantes para el MI
5. Eliminar aquellos solutos que puedan poner en peligro la función del organismo tanto de origen interno como externo.
6. Eliminar las sustancias bioactivas generadas en el propio organismo.
7. Crear un sistema que le permita regular el volumen de agua que debe excretar, consiguiendo que se rompa la relación osmótica con respecto a los solutos excretados.
8. Convertirse en una pieza esencial en el control del volumen hídrico corporal.
9. Convertirse en una pieza esencial en el control del pH del MI, al tener la capacidad de controlar los ácidos y bases producidos en el metabolismo.