OBJETIVOS.
- Describir los mecanismos de transducción de los quimiorreceptores en general.
- Identificar los mecanismos de transducción sensorial y la distribución topográfica de los distintos tipos de células gustativas ("distintos sabores").
- Hacer un esquema de las vías gustativa.
- Distinguir las diferencias funcionales entre el Gusto y el Olfato tanto a nivel de los receptores como en sus vías de conducción como en sus proyecciones centrales.
GUIÓN.
Introducción
cualidades
significado biológico
localización e histología
papilas gustativas
tipos
mecanismo de transducción
vías y centros gustativos
alteraciones del gusto
El sabor es la
percepción que causa una sustancia disuelta y está determinado
principalmente por sensaciones químicas mediadas por el sentido del gusto y el olfato (olor) [1].
Con el gusto podemos identificar y diferenciar las
sustancias químicas solubles en la saliva en función de sus cualidades químicas [2]. Una particularidad de este sentido es que está íntimamente unido con el sentido
del olfato, en cuanto que las sustancias volátiles de los alimentos que
salivamos suben por la bifurcación aero-digestiva
hacia la mucosa olfativa estimulándola, por lo que “probamos” antes los
alimentos por el olfato que por el gusto. (¿Qué ocurre cuando tenemos la nariz
tapada por un catarro o alergia?). Pero también está relacionado con el sentido
del tacto en cuanto a la textura de las estructuras que se introducen en la
mucosa bucal.
Dulce. (Sacarosa, glucosa,
sacarina). Umbral: 0,01; 0,08 y 0,000023 mol/l.
Salado. (NaCl, CaCl2). Umbral:
0,01 y 0,01 mol/l.
Ácido. (Clorhídrico,
cítrico). Umbral: 0,0009; 0,0023 mol/l.
Amargo. (Sulfato de
quinina, nicotina). Umbral: 0,000008; 0,000016 mol/l.
Sabroso (Umami). (glutamato monosódico y otras fuentes de glutamato) [4].
Todos los sabores que percibimos son una combinación de
estas cualidade, excepto el metálico y el regaliz que podrían considerarse como otras dos cualidades.
La cualidad sensorial de una sustancia depende de su
concentración (la sal de mesa en
pequeña concentración sabe dulce y alta salada).
Tanto la cafeína como el
tabaco disminuyen esta función.
Poseer el sentido del gusto
es ventajoso por muchas razones. Se piensa que la aparición de la capacidad del
gusto confirió a los animales una ventaja evolutiva: la de reconocer y evitar
ciertas sustancias venenosas o alimentos en mal estado. Las plantas producen en
distintas cantidades sustancias nocivas como los alcaloides, que tienen gusto
amargo. La capacidad de detectar la acidez ayuda a evitar la ingestión de ácidos
que podrían tener un efecto corrosivo sobre las paredes del tubo digestivo o
alterar el metabolismo del medio interno, como ocurre con la sobredosis de
aspirina. Y si son fuertes estos estímulos producen reflejos de vómitos y
ahogo.
Los azúcares son de alto valor energético y tienen
sabor dulce, que es agradable. Los animales capaces de saborear azúcares y
disfrutarlos, consumirán alimentos que los contengan y tendrán más energía que
aquellos que les da lo mismo comer una manzana o un repollo. Algo similar
ocurre con la sal, que si bien no aporta energía, es un nutriente esencial que
debe consumirse en las cantidades adecuadas por su efecto sobre el balance
osmótico del cuerpo.
Pero independientemente del valor evolutivo
del sentido del gusto, la afición por ciertos sabores tiene un origen
fundamentalmente cultural. Todos
nacemos con la capacidad de percibir los cinco sabores primarios (y su
combinación). Sin embargo, no todos percibimos los gustos de la misma manera. Algunas diferencias
en la capacidad de detectar ciertos sabores están genéticamente determinadas.
Además de los cuatro sabores clásicos (amargo, ácido
o agrio, dulce y salado) hay un quinto sabor desconocido por la mayoría de las
papilas occidentales. No es el picante, perdió el título de sabor cuando se
demostró que la sensación que despierta está más relacionada con el dolor.
Tampoco la menta, detectada como una sensación de frío. Es el umami o aji-no-moto (conocido así
en Japón por la marca popular de glutamato comercializado
desde 1909).
En teoría todos los seres humanos tenemos la
capacidad de saborear el glutamato. Sin embargo,
algunos tienen problemas para reconocerlo, en la mayoría de los casos esto es
un hecho básicamente cultural. Según estudios realizados en la década de los
ochenta, los angloparlantes clasificaban a los alimentos según el esquema
clásico de cuatro sabores. Pero los japoneses consideraban un quinto sabor,
algunos lo identificaban como umami y otros como Aji-no-moto. A comienzos de los 90 se demostró que no había
ninguna diferencia a nivel poblacional entre los angloparlantes y los japoneses
en cuanto a la sensibilidad al umami. Hay mucha
subjetividad en la definición de su sabor [5]. La
ventaja evolutiva de este sabor está en incitar a consumir alimentos ricos en
proteínas.
El sentido
del gusto cambia a lo largo del crecimiento del individuo. Los bebés tienen botones gustativos no sólo en la
lengua sino también en el paladar y en el interior de las mejillas. Estos
botones van desapareciendo con la edad y, así, la intensidad de la percepción
cambia con los años, disminuyendo con la edad. Una de las razones es,
probablemente, que las células receptoras de los botones no son reemplazadas
tan rápidamente como se pierden.
También se sabe que hay personas (un cuarto de la población, conocidos
como supergustadores)
con mayor capacidad para percibir sabores (principalmente los amargos), debido
a que tienen mayor número de papilas y mayor número de botones por papila (425
botones por centímetro cuadrado de lengua frente a los 185 de los otros).
La temperatura modifica la cualidad del gusto.
(cerveza poco fría más ácida que la muy fría; helado poco frío más dulce que el
más frío, etc.).
En el cepillado de la lengua, los botones gustativos
ganan en sensibilidad y especificidad de los sabores.
También el embarazo modifica la percepción del
sabor en la mujer.
Por otra parte hay elementos que modifican este
sentido, como las especias (canela en una
comida da sensación de dulce sin serlo). O el contenido graso por ejemplo de la
carne o de la leche.
La boca con sus estructuras implicadas como la
lengua, paladar y glándulas salivales. La secreción salival es fundamental para facilitar la estimulación
sensorial del gusto, ya que actúa como diluyente y vehículo de las moléculas
químicas introducidas en la boca. En la lengua se ubican,
principalmente, los receptores sensoriales para el gusto, reunidos en papilas denominadas gustativas [6] (Figura). Cada
una de ellas con uno o más botones
gustativos que son los receptores
sensitivos para este sentido. Se ubican en la superficie dorsal de la
lengua, aunque también en el paladar, faringe, laringe y porción superior del
esófago.
Histológicamente, las
papilas gustativas muestran diferentes aspectos y así encontramos las papilas
fungiformes de las que hay varios cientos en los dos tercios anteriores de la lengua (cerca
de la punta de la lengua) y los botones de éstas (unos cinco por papila) responden mejor a los estímulos
dulces y salados y también a los ácidos. Inervadas por la cuerda del
tímpano (rama del nervio facial).
Las papilas caliciformes son grandes y redondas, rodeadas por una depresión y con hasta 100 botones. Se
localizan en la región
posterior de la lengua y responde a sustancias amargas. Inervadas por el
glosofaríngeo.
Las papilas foliadas o
filiformes son estructuras plegadas que se encuentran en el borde posterior de la lengua y sus botones responden
mejor a los estímulos ácidos. Inervadas por la cuerda del tímpano (rama
del nervio facial) y glosofaríngeo.
El umami o sabroso se detecta en el
centro de la lengua.
Los botones gustativos de
la epiglotis y porción superior del esófago están inervados por el vago.
Un botón gustativo (Figura) es una estructura de forma ovoidea que
consta de unas
50 a
100 células receptoras gustativas, con microvellosidades largas en su superficie apical que se
extienden a través de un poro situado en la misma papila hasta alcanzar el
medio externo donde se bañan de saliva, junto con células de soporte y basales. Estas células receptoras están en continua
renovación debido a la diferenciación de
las células soporte y éstas a partir de las basales.
Cada botón gustativo está inervado por cerca de 50 fibras nerviosas y cada
fibra recibe la información de unos cinco botones gustativos. Cuando el nervio
sensorial se secciona los botones gustativos dependientes degeneran, pero si se
regenera se reorganizan nuevamente las células circunvecinas para organizar un
nuevo botón.
Las células receptoras responden sólo a uno de las cinco
cualidades primarias, pero en un mismo botón existen células receptoras para todos
ellos, si bien no están representadas en la misma proporción. Así, en algunas
áreas de la superficie de la lengua se encuentran botones que responden preferentemente
a uno de los cinco sabores primarios.
Los botones gustativos
reaccionan frente a las diferentes cualidades del gusto por la presencia en su
superficie de receptores específicos. Así el sabor salado viene determinado por
la presencia de iones sodio y otros cationes similares capaces de activar a sus
receptores específicos. Y el grado de salado depende del grado de activación de
estas células. La entrada de sodio por los canales receptores de la membrana
apical despolariza a la célula con la liberación del neurotransmisor hacia la
fibra sensorial correspondiente. La presencia del anión (en este caso el Cl-) aumenta la intensidad del sabor salado, eso
explica que la sensación de salado del ClNa sea mayor
que para otras sales de sodio.
El sabor ácido tiene un
mecanismo similar al anterior y se debe a la presencia de H+, por lo
que todos los ácidos tienen sabor ácido. Se desencadena tras la activación de
las células receptoras por un bloqueo de los canales potásicos del ápex celular
por parte de cationes de potasio y, por tanto, de cargas positivas.
El sabor dulce y amargo se
debe a proteínas receptoras de la membrana del receptor gustativo. El sabor
dulce tiene grados [7].
Y el amargo es el sabor más agudo (la quinina y otras no relacionadas). Ambas están
mediadas por proteínas G (gustducina)
asociadas a segundos mensajeros que despolarizan a la célula receptora. Esta última activa a una
neurona sensitiva que transmite la información en forma de potenciales de
acción.
El segundo mensajero del
sabor dulce de los azúcares es el AMPc que cierra los
canales de K+ provocando una despolarización. El segundo mensajero
del sabor dulce de los aminoácidos fenilalanina y triptófano y edulcorantes como la sacarina y el ciclamato, parece ser diferente e implica al IP3 y diacilglicerorl(DAG).
Hasta el momento se conocen tres tipos de receptores
de glutamato involucrados en la sensación umami (taste-mGluR4,
T1r1/T1r3 y mGluR1a). Estos receptores de umami son distintos de los demás receptores de glutamato. De hecho, el NMDA y otros agonistas de receptores ionotrópicos de glutamato no tienen sabor umami. En algunas especies como
perros, ratones, monos y humanos, la respuesta electrofisiológica al umami es independiente de los demás sabores. Pero ratas y
gatos no distinguen el glutamato de sodio (umami) del cloruro de sodio (salado). En Francia se
demostró que algunas personas son poco sensibles al umami y otras no pueden detectarlo en absoluto. Existen ratones mutantes (knock-out) para el receptor T1r1/T1r3 que son insensibles
al umami. Curiosamente, este receptor comparte una subunidad con el receptor del sabor dulce (T1r2/T1r3)
y estimula áreas similares en la corteza cerebral, pero no hay nada de dulce en
el umami. Oficialmente es considerado el sabor de las
proteínas y se intensifica a medida que éstas se hidrolizan y liberan más glutamato.
Las vías sensoriales primarias procedentes de los dos tercios posteriores de la
lengua viajan por el lingual, cuerda del tímpano y nervio intermediario (de Wrisberg) ramas del facial. Y las fibras sensoriales del
tercio posterior restante lo hacen por el glosofaríngeo (IX) (parte posterior
de la lengua). El X par lleva fibras sensoriales de la epiglotis y resto de las
regiones distintas a la lengua. Todas ellas entran en el tronco del encéfalo y sinaptan en la parte rostral del núcleo del tracto
solitario. De aquí suben contralateralmente hasta el
tálamo, al núcleo ventral posteromedial. Y de aquí se
proyecta a la circunvolución poscentral, junto al
área donde se representa la lengua.
¿CUÁLES SON LAS ALTERACIONES DEL SENTIDO DEL GUSTO? (Figura) |
La pérdida del sentido del gusto (ageusia) es un desorden quimiosensorial.
La capacidad disminuida para saborear
sustancias dulces, agrias, amargas o saladas se denomina hipogeusia.
En otros desórdenes de los quimiosentidos, los olores, gustos o sabores pueden ser
malinterpretados o distorsionados, provocando que una persona detecte un olor o gusto desagradable procedente de algo que
normalmente es agradable al gusto o el olfato (disgeusia).
Las anormalidades del sentido del gusto y el olfato pueden
acompañar o indicar la existencia de enfermedades o condiciones tales como:
- Obesidad.
- Diabetes.
- Hipertensión.
- Mala nutrición.
- Enfermedades degenerativas del sistema
nervioso tales como:
- La enfermedad de Parkinson.
- La enfermedad de Alzheimer.
CAUSAS DE LOS DESÓRDENES DEL GUSTO
Aunque algunas personas nacen con desórdenes quimiosensoriales,
la mayoría están causados por lo siguiente:
- Enfermedad (por ejemplo, infección de las vías respiratorias
altas, infección sinusal).
- Lesión en la cabeza.
- Trastornos hormonales.
- Problemas odontológicos.
- Exposición a ciertos químicos.
- Ciertos medicamentos.
- Exposición a radioterapia para el cáncer en la cabeza o cuello.
[2] En muchos animales, el gusto
no está relacionado con la lengua (muchos ni siquiera tienen lengua). Las
abejas tienen los receptores de gusto (llamados quimiorreceptores) en las mandíbulas,
las patas delanteras y las antenas. Las mariposas, en las patas. La lombriz de
tierra, distribuidos por todo el cuerpo. El pulpo, en la punta de sus
tentáculos (lo que le permite degustar un posible alimento sin alejarse mucho
de su guarida). Las serpientes usan su lengua para llevar la comida hacia el
techo de su boca, donde están los verdaderos órganos sensoriales (denominados
órganos de Jacobson).
[4] Umami es el término que identifica el
sabor de las sustancias tales como las sales de L-glutamato,
que fueron descubiertas por Ikeda en 1908. Umami es un importante elemento del sabor en los alimentos
naturales; es el principal sabor del "dashi",
un caldo japonés, y del caldo en Occidente. El sabor umami posee cualidades características que lo diferencian de otros sabores, incluido un
sinergismo potenciador del sabor entre dos compuestos umami, L-glutamato y
5’-ribonucleótidos, y una sensación de continuidad del sabor un regusto
prolongado.
|