El objetivo final de la función depuradora del riñón es la excreción del contenido tubular resultante. En la excreción o micción intervienen los uréteres que recogen la orina de los cálices renales, y que en el inicio de dichos conductos formados por músculo liso, presentan células marcapasos que se activan con el incremento de la presión y originan diferentes ondas peristálticas. Estos uréteres desembocan en la vejiga urinaria, estructura hueca formada por músculo liso (músculo detrusor) con una gran superficie interior plegada (cuando está vacía) y formada por dos parte: el cuerpo y la base o trígono donde desembocan los uréteres. Al final del trígono, en su desembocadura en la uretra, se distingue un engrosamiento de músculo liso que actúa como esfínter y que en reposo se encuentra tónicamente contraído (esfínter interno). Más adelante, en la uretra posterior nos encontramos un anillo muscular (músculo esquelético) o anillo urogenital o esfínter externo, que en reposo también se encuentra tónicamente contraído.
La inervación del sistema de micción es fundamentalmente parasimpática, con fibras que nacen en los segmentos medulares S2 a S4 y que a través de los nervios pelvianos inervan a la vejiga y esfínter interno, además de los uréteres. Por estos nervios también cursan las fibras sensoriales que nacen en los tensorreceptores ubicados en la pared vesical, que mandan su información a los segmentos S2 a S4 y hacia los centros superiores. Fibras parasimpáticas de tipo somático de los nervios pudendos inervan al esfínter externo.
También encontramos fibras simpáticas motoras y sensoriales que nacen y llegan a los segmentos L1 a L3. Estas fibras, al parecer, producen una disminución de la excitabilidad del músculo detrusor e incrementan el tono del esfínter interno, por lo que reducen la micción.
REFLEJO DE LA MICCIÓN: Se produce con el llenado de la vejiga. Cuando en ésta se alcanza un volumen superior a 150 ml se siente deseo de orinar y cuando se alcanza un volumen superior a 400 ml se inicia la urgencia miccional, en este rango aparecen ondas de contracción que aumentan en amplitud con el volumen. Sin embargo, la presión intravesical cambia de forma lenta entre 50 y 350 ml de volumen, a partir de los 350 ml el incremento de presión es rápido. La representación gráfica de los cambios de presión con el volumen se denomina cistonetrograma.
Las ondas de contracción son consecuencia del reflejo de micción, el cual se inicia con la activación de los tensorreceptores cuya información llega a las neuronas de los segmentos S2 a S4 donde se organiza la respuesta motora refleja que activa a las fibras musculares vesicales y relaja los esfínteres, produciéndose el vaciado de la vejiga. Esto ocurre en los recién nacidos (los cuales no han aprendido a controlar dicho reflejo) y en ciertas lesiones neurológicas que afectan a la médula.
Este reflejo está sometido normalmente a un control voluntario, organizado en centros superiores de la protuberancia y en la corteza motora. La información sensorial que llega a los centros de la protuberancia, pasa a la corteza sensorial, donde se tiene la percepción del llenado vesical. Estos centros controlan la actividad tónica del esfínter externo, el cual se mantiene contraído. La información central regula la actividad de las neuronas medulares implicadas en el reflejo. Cuando se activa el reflejo de micción, el sujeto decide si orina o no. Si decide que no, contrae el esfínter externo e inhibe el reflejo lo que supone que los tensorreceptores, pasado un breve tiempo, se adapten hasta que se produce un nuevo incremento de presión. Si decide que sí, libera el reflejo de micción y se realiza ésta.
Cuando la presión en la uretra posterior es alta el estímulo sensorial supera la inhibición central y libera el reflejo de micción. Terminada ésta, los esfínteres recuperan su tono de contracción evitándose el escape de la poca orina que queda en la vejiga (inferior a 5 ml).
El sujeto puede iniciar la micción de forma voluntaria, para lo cual activa las motoneuronas implicadas en el reflejo, y además activa a los músculos abdominales con lo que se fuerza la compresión de la vejiga.
ALTERACIONES DE LA MICCIÓN:Normalmente son debidas a alteraciones de tipo neurológico. Se reconocen tres tipos: Vejiga atónica por falta de información sensorial. No se inicia el reflejo y se produce micción incontrolada cuando la vejiga está excesivamente llenada. Vejiga refleja en lesiones medulares por encima de la región sacra, lo que supone falta de control voluntario, se producce una micción refleja. Vejiga autónoma en lesiones de la médula sacra. La vejiga es pequeña, gotea continuamente y requiere control voluntario a través de los músculos abdominales.
Hay otras alteraciones determinadas por estrés, hipertrofia prostática y en alteraciones neurológicas diferentes a las mencionadas.
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